«Los impactos del calentamiento provocado por los combustibles fósiles nunca han sido más claros ni más devastadores que en 2024… La meteorología extrema ha matado este año a miles de personas, ha obligado a millones de ciudadanos a abandonar sus hogares y ha provocado un gran sufrimiento. Las inundaciones en España [por la dana de octubre], los devastadores huracanes en EEUU, la sequía en el Amazonas y las inundaciones en África son sólo algunos ejemplos». Así resume la científica del clima Friederike Otto un año que pasará a la historia por la virulencia de sus fenómenos meteorológicos extremos, gran parte de los cuales se han visto agravados por el cambio climático, tal y como concluye el primer informe anual del World Weather Attribution (WWA) y de Climate Central.
Friederike Otto, climátologa del Imperial College de Londres, lidera este grupo de científicos independientes que analiza uno a uno cada fenómeno extremo para determinar si el cambio climático provocado por el hombre ha influido en ellos. Y según concluye el informe publicado este viernes, 26 de los 29 eventos analizados se vieron influenciados por el cambio climático, entre los que se encuentra la dana de España. En total, se estima que al menos 3.700 personas murieron como consecuencia de los 29 fenómenos analizados.
«Muchas personas están muriendo… pero la mayoría de esas muertes se pueden evitar», sostiene el informe del WWA, que subraya que para conseguir que las sociedades sean resilientes al cambio climático «es necesario crear sociedades más igualitarias con servicios sociales robustos».

Entre los 29 eventos analizados figuran las lluvias torrenciales causadas por la dana de España del pasado 29 de octubre. De los 16 episodios de lluvias torrenciales estudiados, 15 fueron agravados por el cambio climático. Y en la lista también hay huracanes, incendios forestales, olas de calor y olas de frío. Con frecuencia, unos fenómenos extremos influyen en otros, como ocurre con el calor.
Calor extremo
Una de las características de este año han sido precisamente las altas temperaturas. En los primeros seis meses, se registraron temperaturas récord y, según las estimaciones de WWA, el cambio climático añadió 41 días extra de calor peligroso para la salud humana y de los ecosistemas. Las regiones más afectadas por el aumento de días muy calurosos fueron las más cercanas al Ecuador.
Las altas temperaturas causaron o favorecieron olas de calor, sequías, incendios, tormentas y lluvias torrenciales que causaron inundaciones durante todo el año en diferentes lugares del mundo.
En total, 219 eventos cumplieron con los criterios que usa el World Weather Attribution para identificar el fenómenos meteorológicos más impactantes (79 olas de calor, 8 olas de frío, 54 inundaciones, 48 tormentas, 11 sequías y 19 incendios). El equipo de científicos analizó 29 de ellos, encontrando evidencia clara del cambio climático en 26.
De los 29 fenómenos analizados, cinco fueron olas de calor, una ola de frío, ocho inundaciones, nueve tormentas, cuatro sequías y dos incendios forestales. Ocho de los eventos estudiados tuvieron lugar en Europa.
Inundaciones en África y Europa
Las inundaciones en Sudán, Nigeria, Níger, Camerún y Chad fueron los acontecimientos más mortíferos estudiados por el grupo del WWA, pues provocaron la muerte de al menos 2.000 personas y millones de desplazados.
Unos datos que contrastan con los que hubo en Centroeuropa, azotada por lluvias torrenciales que batieron récords. El WWA pone este evento como ejemplo de la diferencia que supone contar con sistemas de alerta temprana eficaces. En el caso de Centroeuropa, los avisos que se dieron a la población días antes de que se produjeran las lluvias torrenciales permitieron evacuar a la población situada en las zonas más vulnerables, drenar agua de los embalses y proteger las infraestructuras, de modo que, pese a las inundaciones masivas, «menos de 30 personas perdieron su vida».
Este episodio, dice el informe, «subraya la necesidad de alertar con tiempo y priorizar a las personas con problemas de movilidad, que son menos capaces de protegerse durante las inundaciones. «Por ejemplo, durante las inundaciones de Valencia, casi la mitad de los fallecidos eran mayores de 70 años«, repasa el estudio.
La temperatura media de la superficie terrestre ya ha subido 1,3 ºC respecto a la que había antes de la era industrial. Si el incremento alcanza los 2°C, algo que según los científicos del cliam podría ocurrir en la década de 2040 y 2050, estas regiones podrían experimentar períodos similares de fuertes lluvias cada año, de acuerdo con este informe, que destaca cómo el cambio climático está convirtiendo algunos eventos extremos en una «nueva normalidad».
Huracanes en EEUU
Los científicos del WWA concluyen también que las altas temperaturas del mar incentivadas por el cambio climático alimentaron a los huracanes que azotaron EEUU.
El huracán Helene dejó 230 muertos en seis estados de EEUU, lo que lo convierte en uno de los más mortíferos de ese país en los últimos 50 años, sólo superado por el huracán Katrina en 2005. Según el análisis, el cambio climático provocó que las lluvias que trajo Helene fueran un 10% más intensas.
Apenas dos semanas después, el sureste de Estados Unidos fue nuevamente azotado por el huracán Milton y un análisis concluyó que también se vio intensificado por el calentamiento causado por la quema de combustibles fósiles.
El informe también analiza el papel que jugó el fenómeno natural de El Niños, que influyó en muchos de los fenómenos extremos que tuvieron lugar a principios de 2024. Sin embargo, la mayoría de los análisis del WWA concluye que el cambio climático tuvo un impacto mayor que El Niño en la virulencia de estos eventos, incluyendo la sequía histórica en el Amazonas. Según el estudio, el cambio climático hizo 30 veces más probable la sequía en esta región del planeta que se considera clave para la estabilidad climática global.
Tampoco 2024 fue un buen año en lo que respecta a los incendios forestales, que se vieron alimentados por el calor, las sequías y los vientos propiciados por el cambio climático, que hicieron que los fuegos durante junio fueran aproximadamente un 40% más intensos.
«Sabemos exactamente lo que debemos hacer para evitar que las cosas empeoren: dejar de quemar combustibles fósiles», asegura Friederike Otto, que considera que «el principal propósito para 2025 debe ser una transición para alejarse de los combustibles fósiles, lo que hará del mundo un lugar más seguro y estable».
Según esta científica, «tenemos que implementar esas soluciones en lugar distraernos con tecnologías como la captura de carbono, que no funcionarán sin hacer todo lo demás primero».
Fuente: elmundo.es / Teresa Guerrero
https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2024/12/27/676d2b93e85ece47578b4571.html