1,7 millones de años. Éste es el tiempo que la vida en el Mediterráneo tardó en recuperarse después de una de las mayores crisis ecológicas de su historia, que acabó con el 89% de las especies. Ocurrió como consecuencia de la salinización masiva de sus aguas al desconectarse del Océano Atlántico, hace 5.5 millones de años. Y hoy nos ayuda a entender el tiempo de recuperación de una crisis medioambiental marina, mucho más largo, por cierto, de lo que se creía hasta ahora.
El dato lo recoge un estudio que acaba de publicar la revista Science, llevado a cabo por un equipo internacional dirigido por la paleontóloga griega Konstantina Agiadi, investigadora de la Universidad de Viena. El trabajo revela, por primera vez en la historia, el proceso de recuperación de la fauna y la flora marinas tras un gran evento medioambiental. Conocida como Crisis de Salinidad del Messiniense, el episodio tuvo lugar cuando movimientos litosféricos cerraron el paso del Mediterráneo al océano abierto provocando, así, su práctica desecación.
Los abruptos cambios en la salinidad y la temperatura del mar, así como en los flujos migratorios de los organismos marinos, de larvas y plancton, afectaron profundamente al ecosistema. Los corales tropicales desaparecieron. Sólo 86 de las 779 especies endémicas, exclusivas del Mediterráneo antes de este tremendo suceso medioambiental, sobrevivieron.
«Nuestro estudio proporciona el primer análisis estadístico de una crisis ecológica de esta magnitud», explica Agiadi. «La biodiversidad, en términos de número de especies, tardó 1,7 millones de años en recuperarse, mucho más tiempo del que se pensaba«, reitera. El estudio destaca la importancia de comprender cómo se transformó la biodiversidad marina en el tiempo profundo, bajo los efectos combinados del clima y los cambios en la conectividad, para predecir los impactos del cambio climático moderno en mares semicerrados como el Mediterráneo.
Igual que hace 5,5 millones de años, el clima y la conectividad siguen controlando la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas marinos. Aun así, señala Agiadi en su estudio, «la respuesta de los diferentes grupos de organismos a cambios en lo anterior sigue sin estar clara. El ecosistema del Mediterráneo se ve profundamente alterado por ambos. Al tratarse de una cuenca semicerrada, este mar es hoy en día uno de los lugares más afectados por el calentamiento global, así como por la invasión de especies exóticas del Indo-Pacífico desde la apertura del Canal de Suez, en 1869».
En condiciones tan dinámicas, es difícil predecir qué sucederá con los ecosistemas mediterráneos. Por eso el equipo de la griega busca las respuestas en el pasado.
«Los resultados hacen que nos planteemos nuevos interrogantes como ¿Dónde y cómo sobrevivió ese 11% de las especies del Mediterráneo? ¿Cómo cambiaron los grandes gigantes salinos los ecosistemas y el sistema de la tierra?», plantea Daniel García Castellanos, geofísico español del Centro Superior de Investigaciones Científicas y uno de los principales autores del estudio.
Con gigantes salinos, García Castellanos se refiere a los enormes depósitos de miles de kilómetros cúbicos de sal que se han hallado en Australia, Siberia, Europa y Medio Oriente, y que demuestran que este tipo de movimientos geológicos han tenido lugar repetidamente en la historia de la tierra, provocando el aislamiento de mares regionales. El gigante salino del Mediterráneo que evidencia la Crisis de Salinidad del Messiniense fue descubierto en 1970, se localiza bajo una espesa capa de cientos de metros de depósitos marinos comunes, y tiene, ni más ni menos, que un kilómetro de grosor. Importantes yacimientos geológicos como el de Laganas Coast, en Zakinthos, Grecia, permiten observar huellas del evento. Los gigantes salinos son un valioso recurso natural que ha sido explotado desde la antigüedad en minas de todo el mundo, siendo la de Hallstatt, en Austria, o la de Khewra, en Paquistán, algunas de las más grandes.
Otra evidencia del proceso de desecación que transformó el Mediterráneo para siempre es la erosión regional de los márgenes continentales de la Europa bañada por dicho mar, que sugieren que su nivel descendió hasta 1.500 metros. Pero, mientras que las evidencias de una de las crisis más ‘saladas’ de la historia hace años que se conocen, el tiempo que tardó el Mediterráneo en recuperarse de ella era un dato aún desconocido.??
Décadas de estudio de fósiles
Para llegar a esta conclusión han sido necesarias décadas de minucioso estudio de fósiles datados de hace 12 a 3,6 millones de años, localizados en los países de la cuenca Mediterránea y en sedimentos marinos profundos. Un equipo de 29 investigadores de 25 centros de toda Europa, entre los que se incluyen el CSIC, el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, la Sección de Paleontología del Museo de Alcalá de Guadaira o la Universidad de Salamanca.
Su análisis ha desvelado que casi el 67% de las especies marinas del Mediterráneo tras la crisis eran diferentes a las que existían antes de la misma. La reconexión con el Océano Atlántico y la entrada de nuevas especies, como el Gran Tiburón Blanco y el delfín oceánico, hizo que el Mediterráneo recuperara su biodiversidad. Pero una distinta, y cuyo número de especies, tal y como sucede hoy, decrece en sus aguas conforme nos desplazamos hacia el Este. O, en realidad, hacia cualquier punto cardinal. Pero, esta vez, la culpa no la tiene la sal.
Fuente: El Mundo. Eva Dallo.
https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2024/08/30/66d1b047e4d4d89f408b4592.html