La marcha atrás de la movilidad sostenible empezó tras las elecciones locales de mayo. Varias ciudades españolas decidieron emprender el camino inverso tras el espacio ganado para los peatones y las bicicletas. La consigna ha sido desde entonces levantar las restricciones al tráfico, desmantelar carriles-bicis, demorar la implantación de «zonas de bajas emisiones» y convertir la acción ante el cambio climático en arma arrojadiza de la guerra cultural.
Contra este escenario se rebelaron decenas de manifestantes a dos ruedas, convocados por medio centenar de colectivos, que recorrieron hace dos semanas de las calles de las ciudades española bajo la consigna «Ni un paso atrás». Sobre la marcha denunciaron los «puntos negros» de la movilidad activa y sin humos con una larga lista de ciudades, grandes y no tan grandes: Madrid, Barcelona, Bilbao, Badalona, Valladolid, Valencia, Logroño, Gijón, Málaga, Murcia, Palma, Castellón, Elche, Coslada, Sant Cugat del Vallés, Figueres, Sigüenza…
«En varios ayuntamientos han anunciado medidas que suponen un claro retroceso en los últimos meses», recalca Cristian Quílez, responsable de políticas públicas y gobernanza climática de ECODES. «Pero la polarización y el uso partidista de la cuestión va en detrimento de todos. El cambio climático no puede entender de ideologías y nos afectará con más crudeza si no se implantan medidas de adaptación y mitigación en las ciudades».
Desde la Cumbre del Clima (COP28) estos días, el propio alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, han hecho un llamamiento conjunto a los gobiernos locales para «abandonar el dogmatismo por el bien de sus ciudadanos». «A los alcaldes les pediría que no piensen solo en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones», declaró a Efe Jaume Collboni a su paso por Dubái.
LA CIUDAD DE LOS 15 MINUTOS
Anne Hidalgo, impulsora de medidas como «la ciudad de 15 minutos» y el plan para eliminar hasta el 40% de asfalto de la capital francesa, aseguró que pese al retroceso que se ha detectado últimamente las ciudades han presentado «los resultados más interesantes desde el Acuerdo de París». «Lo que necesitamos son soluciones más amplias para que el aire que respiramos no nos envenene», terció la alcaldesa.
Una de esas «soluciones» es precisamente la creación de las zonas de bajas emisiones (ZBE). Un total 151 ciudades españolas de más de 50.000 habitantes (o más de 20.000 con mala calidad del aire) están obligadas a implantar la ZBE a partir del 2023 en cumplimiento de la Ley del Cambio Climático. A punto de cerrarse el año, un largo centenar de ellas están sin embargo aún en trámite y algunas han decidido reducirlas al mínimo o demorar su implantación (la mayoría gobernadas por PP y Vox, pero también por el PSOE y por partidos nacionalistas o locales). .
La propia vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, tuvo que llamar a capilla a los alcaldes renuentes y advertir de «la importancia de no dar pasos atrás» o revertir medidas en detrimento de la calidad del aire y de acción ante el cambio climático».
Cristian Quílez recuerda cómo ECODES, con base en Zaragoza, ofreció a los 151 ayuntamientos en cuestión un folleto informativo sobre las Zonas de Bajas Emisiones para concienciar a los ciudadanos. «Pero no les interesó comunicar la medida en ese momento. Y aunque se han producido avances, apenas hay campañas de sensibilización sobre los riesgos de las emisiones contaminantes, y menos aún sobre las ventajas y beneficios para todos que implantan medidas que contribuyen a reducirlos».
«Si algo bueno tuvo la pandemia, fue que la población empezó a preocuparse más por la salud, y ahí entra la contaminación atmosférica», recuerda Quílez. «Las ciudades entendieron esa situación como una oportunidad para transformarse, auspiciadas en ese contexto por el horizonte de cambios impulsado por Europa».
«Sin embargo, ahora corremos el riesgo de perder todo lo ganado para dárselo de nuevo a los vehículos contaminantes», advierte el portavoz de ECODES, que recuerda cómo las mismas tensiones se están produciendo en otros lugares como el Reino Unido, con la campaña contra la Zona de Ultrabajas Emisiones (ULEZ) impulsada por el alcalde laborista de Londres Sadiq Khan y boicoteada por el Partido Conservador.
En Londres se celebró precisamente estos días el último encuentro de Clean Cities, una alianza de 70 grupos de toda Europa, aunando esfuerzos para lograr la descarbonización del transporte urbano en el 2030. «El transporte es responsable de un tercio de las emisiones de gases invernadero, y en las ciudades ese porcentaje sube especialmente por el abuso del coche privado», advierte Carmen Duce, coordinadora de Clean Cities para España y de movilidad y transporte en Ecologistas en Acción.
«En España partimos con la ventaja de vivir en ciudades muy compactas que encajan en el molde de las «ciudades 15 minutos», recuerda Carmen Duce. «La mayor parte de los trayectos diarios se hacen caminando, o combinando caminar con el transporte público. Sin embargo, el coche privado sigue ocupando casi el 70% del espacio público, incluidos los SUVs de casi 2.000 kilos que pasan más del 90% del tiempo parados».
EL EJEMPLO DE PONTEVEDRA
Ajena a los vaivenes de los últimos meses, hay una ciudad española que se ha convertido en referencia mundial: Pontevedra. Hace más de dos décadas, y gracias al impulso del alcalde Miguel Anxo Fernández Lores, la ciudad gallega emprendió un giro radical a su política de movilidad comparable al de Jaime Lerner en la ciudad brasileña de Curitiba.
Los 80.000 habitantes de Pontevedra cuentan con una novedosa red de movilidad en superficie, el «Metrominuto», con la que pueden elegir las mejores rutas y calcular el tiempo para llegar caminando a cualquier punto de la ciudad (25 minutos en atravesar el casco urbano). Las emisiones han bajado un 70%, el 70% de los desplazamientos se hacen también a pie y en el 2021 celebraron la primera década sin muertos en accidentes de tráfico. Unos 300.000 meros cuadrados ha sido peatonalizados en lo más cercano que tenemos a una ciudad sin coches. Mientras otras ciudades se plantean la marcha atrás, Pontevedra avanza con paso firme hacia la movilidad sostenible, como en su día lo hicieron Copenhague y Amsterdam.
Fuente: El Mundo.
https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2023/12/08/6571ed36fdddffb1188b458e.html