«Es una de las votaciones más tensas que jamás he visto en esta cámara», aseguraba Damian Boeselager, eurodiputado alemán de Los Verdes, poco después de que la Ley de la Restauración de la Naturaleza pasase su prueba más difícil. El Parlamento Europeo ha dado in extremis la luz verde a uno de los pilares del Pacto Verde Europeo y pasa la pelota ya al Consejo de la UE. La normativa es quizá la más divisiva de estos cuatro años de legislatura. Y ello se ha traducido en una votación de infarto: 336 votos a favor, 300 en contra y 13 abstenciones.
La medida ambiciona restaurar el 20% del suelo terrestre y marino que se encuentra en mal estado en la Unión Europea para 2030. Según los datos que maneja la Comisión Europea, el 80% de los hábitats europeos están a día de hoy degradados. El 70% de los terrenos de cultivo están erosionados, dejando pérdidas de más de 1.000 millones de euros. El 50% de los peces se han reducido en la última década. O los humedales han disminuido a la mitad en el último medio siglo.
Por ello, las ONGs, el Ejecutivo comunitario y las fuerzas progresistas de la Eurocámara defienden que la implementación de esta legislación es crucial para proteger el medioambiente y la biodiversidad, para luchar contra el cambio climático y para combatir la inseguridad alimentaria. La resolución cocinada no contempla establecer nuevas áreas protegidas ni poner en peligro los terrenos para desplegar las infraestructuras de energías renovables.
Pero no convence a todos. Buena parte del sector primario está en pie de guerra. Agricultores, ganaderos y pescadores llevan días y semanas reivindicando su rechazo por las posibles implicaciones de estas medidas en su campos, cultivos y capturas. Temen que todo ello reduzca los terrenos destinados a las plantaciones y les exponga todavía más ante los vaivenes del agitado tablero global y las importaciones de países terceros. La lucha contra el cambio climático y la adaptación a estos cambios copernicanos a la hora de concebir la producción y consumo de alimentos es la cuadratura del círculo de la agenda ecológica bruselense.
«Los agricultores y los pescadores se beneficiarán de ella. Garantizará un planeta habitable para las generaciones futuras. La posición adoptada hoy envía un mensaje claro. Ahora debemos continuar trabajando, defender nuestro mandato durante las negociaciones con los Estados miembros», defiende el eurodiputado socialdemócrata César Luena, ponente del informe. En paralelo, Bruselas ha tirado del caramelo económico para seducir a los más escépticos asegurando que cada euro invertido en la ley se traducirá en 8,38 euros de beneficio.
CAMPO DE BATALLA POLÍTICO
La batalla medioambiental lleva tiempo tornándose en una lucha política. El Partido Popular Europeo se ha echado a la espalda el discurso del mundo rural, muy afectado por las sequías extremas, la guerra en Ucrania o la acuciante inflación. Y este revuelo e impacto traspasa las fronteras del Hemiciclo. El Partido de los Campesinos ganó las anteriores elecciones municipales en Países Bajos. Y dará la batalla en los comicios que se celebrarán tras la renuncia del eterno primer ministro Mark Rutte. Las protestas agrícolas fueran también el detonante de la única excepción de Polonia en su apoyo inquebrantable a Ucrania cuando Varsovia vetó la entrada del grano y cereales ucranianos en su territorio.
Es en este tablero sobre el que se ha producido el escrutinio de hoy. El Partido Popular Europeo se ha aliado con las fuerzas ultraconservadoras de Identidad y Democracia (ID) y Conservadores y Reformistas (ECR) para torpedearla. Los liberales también han mostrado fisuras, con la oposición de 27 eurodiputados de Renovar Europa.
La enmienda popular para rechazar de forma rotunda la propuesta de la Comisión ha caído con 312 síes, 324 noes y 12 abstenciones poco antes de que se produjese el voto final. Una negativa que muchos han visto como una derrota personal del propio Manfred Weber, líder de los populares europeos en la Eurocámara, quien se había empleado a fondo contra ella durante las últimas semanas.
El bávaro ha sido implacable con su negativa a esta normativa, a pesar de que es uno de los pilares del Pacto Verde Europeo, el buque insignia de la también democristiana Ursula von der Leyen. Muchos ven en esta una estrategia de cara a las elecciones europeas de junio y el consiguiente juego de sillas para designar a los nuevos líderes de las instituciones comunitarias. Weber ha hecho ojitos en los últimos meses a las fuerzas más ultraconservadores de la UE. El germano fue uno de los primeros en bendecir el acuerdo de Gobierno comandado en Italia por Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia. La nueva alianza hoy sobre el clima se anticipa como un laboratorio de posibles pactos y nuevas alianzas de cara a los próximos comicios.
Sorteado el escollo de la Eurocámara, la Ley de la Restauración de la Naturaleza todavía tiene camino que recorrer. Arrancan ahora las difíciles negociaciones con el Consejo de la UE, los Estados miembros, y la Comisión, lo que en la jerga se conoce como trílogos. Este será uno de los dosieres que comandará la Presidencia española de la UE, y que se une a una ristra de legislaciones espinosas, divisorias y pendientes que también incluye las reglas fiscales, la Inteligencia Artificial o el pacto migratorio.
Fuente: El Mundo
https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2023/07/12/64aec052e4d4d894538b45a6.html