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Moisés Expósito-Alonso, el biólogo español de Berkeley que aplica la genética para entender cómo las plantas se adaptan al cambio climático

Cuando se le pregunta cómo definiría, brevemente, su trabajo, Moisés Expósito-Alonso (Alicante, 1990), responde con claridad y concisión. «Buscamos saber si podemos dirigir la evolución y la adaptación genética al cambio climático», explica. «Trabajamos en genética evolutiva, la rama de biología que intenta entender cómo las especies evolucionan, y cómo sucede a través del código genético. Lo estamos aplicando a la extinción de las especies para saber si van a evolucionar o si se van a extinguir», añade.

Con sólo 34 años, este biólogo evolutivo y genetista dirige su propio grupo de investigación en la Universidad de California Berkeley, en EEUU, y es hoy en día uno de los científicos españoles con mayor proyección internacional. Pertenece, como él mismo explica, a una generación que ha crecido concienciada sobre el cambio climático y quiere hacer algo al respecto. Por todo ello, este miércoles ha recibido en Lloret de Mar el Premio Princesa de Girona en la categoría de Investigación, dotado con 20.000 euros y una obra del artista contemporáneo Juan Zamora, Premio Princesa de Girona Artes y Letras 2017.

¿Se puede predecir qué especies sobrevivirán al cambio climático?

En términos de extinción existe una regla de tres consistente en que las especies con mayor ámbito geográfico son más resistentes al cambio climático que las de menor ámbito, que son más especializadas y tienen menor diversidad de código genético. Y en esto estamos, investigando qué regiones del código genético están relacionadas con la adaptación y cómo evolucionamos en ese sentido.

¿Se puede constatar esa evolución en plazos cortos de tiempo?

Se creía que estos cambios requerían miles de años. Éste ha sido uno de los aspectos más interesantes de nuestra investigación hasta el momento. Según los resultados de nuestros análisis, hemos podido constatar que hay adaptación rápida, incluso en experimentos que al final han fallado y poblaciones que han muerto. Así, sabemos que la evolución sucede todo el tiempo, pero lo que es muy difícil de predecir es si será suficientemente rápida y poderosa como para poder combatir procesos demográficos de extinción. Vemos evolución, pero no cuánta es necesaria para la adaptación de las especies al cambio climático. La evolución sucede constantemente, y esta constatación representa un cambio respecto a la mentalidad de Darwin. Antes se creía que la evolución era algo muy lento, que requería miles o millones de años, mientras que ahora vemos que pasa todo el tiempo en todas las especies. Las especies cambian. Con o sin cambio climático, necesitan cambiar.

Para combatir el cambio climático, usted está estudiando la especie Arabidopsis…

Sí, digamos que es la protagonista de un proyecto muy interesante que estamos llevando a cabo ahora, cuyo paper está en preparación. Realizamos experimentos a largo plazo sobre evolución, largo plazo académicamente hablando, cinco años. Hemos cultivado esta planta, la Arabidopsis, en exterior en diferentes lugares del mundo, y hemos leído su genoma para comprobar cómo de rápida es la evolución, algo que nunca se había hecho. Lo más chocante de esta investigación ha sido constatar cambios genéticos en poco tiempo. Esto representa, como decía, un cambio de mentalidad muy dramático en el campo de la investigación.

¿Por qué esta planta, y no otra?

Digamos que es la planta modelo perfecta. Es la primera de la cual hemos leído el genoma entero, 150 millones de letras, mientras que el ser humano tiene 2.300 millones. Estos dos genomas fueron de los dos primeros que se secuenciaron, allá por el año 2000. Aunque puedan parecer muchas letras, en el árbol de la vida la Arabidopsis es una de las plantas con una enciclopedia más pequeña, por lo que es más fácil editarla y tiene características muy útiles en laboratorio. Es como el ratón, puede crecer en cámaras de cultivo y es del tamaño de una moneda de uno o dos euros, cabe en todos lados. Otro aspecto importante y clave para nosotros es que se encuentra en muchos lugares del mundo. Está en África, en España (es nativa de aquí) y en el resto de Europa hasta el norte de Noruega. Dado que conocemos tan bien la genética de esta planta, ¿podemos ver qué está sucediendo para que pueda vivir en tantos lugares? Su código codifica ciertos caracteres que la hace más resistente a diferentes climas.

Es casi como un avance en cámara rápida a nivel genético…

Exponemos una especie a cambios climáticos y vemos qué cambios en dicha especie pueden estar relacionados con la supervivencia. Esto nos ayuda a identificar regiones en el código genético que quizás están relacionadas con adaptación. El segundo paso, que parece más de ciencia ficción, es investigar si podemos recrear esos cambios en una versión de esta especie que no los tiene, para intentar dirigir la evolución y la adaptación. Es difícil saber qué variantes del código genético son las más importantes.

Entonces, ¿nosotros también nos estamos adaptando constantemente? A veces da la sensación de que no evolucionamos demasiado.

En tiempos evolutivos largos hemos visto diferentes adaptaciones. En 10.000 años, por ejemplo, nos hemos adaptado a digerir lactosa. Muchos humanos pueden digerirla cuando son adultos, lo cual no es normal, pues los mamíferos pierden la tolerancia a la leche al crecer. Hay signos claros de que la lactosa fue seleccionada en poblaciones ganaderas donde era una ventaja poder ingerir leche siendo adulto porque es muy nutricional. Otro caso muy chulo es el de los nómadas del mar, los bajau de Polinesia, que tienen adaptaciones a nivel del código genético en el bazo debido a que su modo de subsistencia está basado en el buceo, y así pueden bucear más tiempo. Pueden descender 70 metros y permanecer hasta 13 minutos bajo el agua. Esto es a largo plazo. En los últimos siglos quizás haya habido más evolución, aunque es difícil de establecer. Lo que sí está claro es que la evolución humana ahora mismo es cultural y tecnológica.

¿Cuántas veces le han preguntado si seremos los seres humanos capaces de adaptarnos a tiempo al cambio climático?

Muchas (risas). Estableciendo un paralelismo con las plantas, nuestro trabajo no es hacer plantas más resistentes al futuro, sino investigar cómo funciona la genética y preguntarnos qué regiones de nuestro código genético habría que modificar para hacerlas más resistentes. Los investigadores hemos de preguntarnos si sería posible, y corresponde a la sociedad, después, sopesar qué mundo queremos y cuándo utilizar los conocimientos que generamos.
Hoy en día hay mucho interés en usar las terapias CRISPR de edición genética en el campo de los humanos, fundamentalmente para eliminar enfermedades genéticas, y se acaba de probar con la anemia falciforme. En el campo de las plantas el foco está en modificar cultivos para hacerlas más resistentes. A este nivel se hará antes porque conocemos mucho más los caracteres genéticos que llevan a más productividad en cultivos, pero en adaptación al cambio climático es más difícil, todavía no lo conocemos tanto y no sabemos qué consecuencias tiene.

Usted ha vivido en muchos lugares, y viaja constantemente, ahora en busca del secreto de la adaptación. ¿Se plantea volver a España próximamente?

Estoy abierto a todo, pero lo cierto es que ahora estoy montando mi laboratorio en Berkeley y no es aconsejable cambiar tu laboratorio a medio camino. Por otro lado, encuentro que hay muchas razones para vivir en diferentes localizaciones… Soy aventurero, he aprendido muchísimo saliendo de Alicante, he vivido en Doñana, en Reino Unido, Alemania, USA, y viajar siempre me ha abierto la mente. Soy un trotamundos, y viajando aprendo más, y más y más.

Fuente: El Mundo. Eva Dallo.

https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2024/07/10/668e4fe5e4d4d819748b458e.html

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