Todos los caminos de la transición energética tienen la doble meta de reducir el CO₂ y lograr la autonomía energética. En su materialización resultan interesantes aquellas opciones que permiten aprovechar la infraestructura existente, ya que esto garantiza velocidad para frenar el cambio climático y, al mismo tiempo, implica ahorros y oportunidades económicas para España y Europa. Uno de los vectores que cumple esta máxima es el biometano, un gas que reduce las emisiones de origen fósil, pero que comparte características con el actual gas natural. Esto implica varios beneficios instantáneos: dejar de importar combustible de terceros países y ayudar a descarbonizar el sistema energético, además de promover el desarrollo industrial en las zonas rurales de España.
El biometano es un biocombustible de segunda generación; esto es, elaborado a partir de residuos. Puede producirse sin recurrir a un origen fósil, lo que contribuye a la economía circular. De hecho, se obtiene a partir del biogás y este, a su vez, se origina en un proceso natural de descomposición denominado digestión anaerobia. Así, el estiércol, los purines, los restos de cultivos, las aguas residuales o los desechos orgánicos domésticos e industriales son su materia prima.
Se puede utilizar como sustituto del gas natural para producir energía eléctrica o directamente en usos industriales y domésticos, o destinarlo al transporte y la movilidad. Todo, aprovechando la infraestructura existente. Desde Cepsa, una de las compañías que defiende el uso de este vector como motor de la transición energética, aseguran que con su plan para fomentar este gas renovable, en detrimento de otros de origen fósil, “se revalorizarían 10 millones de toneladas anuales de residuos y se evitaría la emisión a la atmósfera de 728.000 toneladas de CO₂ al año: el equivalente a la plantación de 8,7 millones de árboles”.
Proyectos en marcha
Hasta el momento, España cuenta en total con 13 plantas dedicadas a la producción de biometano, según Gasnam, de las que salen 455 gigavatios hora al año (GWh/año), mientras que de biogás hay 250, que producen más de 8.000 GWh/año. En paralelo, según estimaciones del sector energético, habría otros 200 proyectos en desarrollo con el foco puesto en los gases renovables. Sin embargo, pese a que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) tiene el objetivo de alcanzar en 2030 la cifra de 20 teravatios hora (TWh/año) de consumo de biogás, los representantes del sector lo consideran insuficiente. Tal y como indica Sedigás en su informe Estudio de la capacidad de producción de biometano en España 2023, «entre las barreras más destacables se encuentra la escasa ambición mostrada en la Hoja de Ruta del Biogás […], muy lejos de los objetivos establecidos desde la Unión Europea y por el resto de los países europeos».
En el resto de Europa, son numerosos los países que también están apostando por esta tecnología. Mientras Dinamarca ya cubre el 40% de su demanda energética con biometano, Francia cuenta con 600 plantas dedicadas en exclusiva a este gas e Italia espera alcanzar los 63 TWh/año en el mismo plazo que nuestro país. Por su parte, Alemania tiene repartidas 10.000 plantas de biogás por todo su territorio, muchas de las cuales se están adaptando para centrarse en el biometano. Otros países como Suecia, Holanda, Estonia, Letonia, Lituania, Eslovenia o Eslovaquia también se han volcado en esta solución, según se desprende de sus planes a corto plazo.
«El potencial nacional de producción de este gas verde permitiría cubrir alrededor del 35% de la demanda nacional de gas natural»
El estudio realizado por la patronal gasística además apunta a que “el potencial nacional de producción de este gas verde a 2050 alcanza los 163 TWh/año, lo que permitiría cubrir alrededor del 35% de la demanda nacional de gas natural”. Traducido en número de centrales dedicadas al biometano, la cifra se elevaría a 2.326 plantas, que requerirían una inversión de casi 40.000 millones de euros. Esta cifra supondría un 3,6% del PIB español, con la que “se generarían 62.000 empleos y se evitarían la emisión de 8,3 millones de toneladas de metano que, de otra manera, se liberarían a la atmósfera de forma natural por la descomposición de los residuos reutilizados para generarlo”, según especifican desde la propia asociación de empresas gasísticas.
Para alcanzar estas cifras, Cepsa pondrá en marcha en esta década más de 15 plantas de biometano. Su objetivo es, según fuentes de la compañía, “gestionar 4 TWh al año para descarbonizar nuestra actividad industrial, sustituyendo el consumo de gas natural por biometano en nuestros parques energéticos y plantas químicas, además de conseguir un vector complementario para la producción de hidrógeno verde y empleo en movilidad”. Desde la firma detallan que la previsión es que “las cinco primeras plantas estén operativas en 2025 en Castilla-La Mancha y Castilla y León”.
Fuente: El Confidencial. Por EC Brands